Usos de las centrifugas para laboratorio

En los laboratorios químicos existen instrumentos especializados cuyo uso es de gran importancia, tales como las centrifugas para laboratorio, que han sido diseñadas para utilizar la fuerza centrífuga que generan los movimientos de rotación, los cuales tienen el objetivo de separar todos los elementos que conforman una mezcla.

La palabra centrífuga proviene del latín centrum, que significa centro y de fugare que significa huir. En la actualidad podemos encontrar en el mercado una gran variedad de máquinas centrífugas, las cuales se han creado para poder atender necesidades específicas de las industrias, específicamente de las áreas de investigación.

La máquina de centrífuga ha sido diseñada con el fin de aplicar este tipo de fuerza, con el fin de separar los residuos sólidos que se encuentran suspendidos en un medio líquido por sedimentación o para separar líquidos de diversa densidad; esto es posible gracias a los movimientos de tipo rotacional, los cuales permiten que se genere una fuerza aún mayor que la de gravedad, en un periodo controlado de tiempo.

Dentro de las aplicaciones de las centrifugas encontramos aquellas para laboratorios de control de calidad, como en aquellas fábricas donde se fabrican zumos con el jugo de frutas cítricas, donde se tiene que controlar la cantidad y el nivel de pulpa, separando el zumo exprimido. En la industria de los alimentos y bebidas también se usa esta máquina para cuantificar el grado de grasa y crema que contiene la leche, pues utilizan instrumentos llamados butirómetros y que se encuentran para diferentes aplicaciones como crema, manteca, entre otros.

Las máquinas de centrifugado se utilizan también para aplicaciones en la producción de alimentos, como el aceite de oliva, donde las aceitunas son trituradas y molidas para introducirse en la centrífuga, donde el aceite que es menos pesado que la pulpa y el carozo, es separado con gran rapidez y facilidad.

Por su parte, las centrifugas para laboratorio se utilizan durante los procesos de separación por sedimentación de aquellos líquidos biológicos presentes en una mezcla, particularmente de los componentes que se encuentran en la sangre, tales como glóbulos rojos, glóbulos blancos, plasma, plaquetas, entre otros, con el fin de realizar con ellos diferentes pruebas que suelen solicitarse en los análisis de sangre con fines médicos para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

En el laboratorio, también se utiliza para determinar el hematocrito, que es el porcentaje de una fracción sólida en una muestra de sangre coagulada cuando se separa del plasma, que es su fase líquida, mediante una toma de muestra capilar. En este caso la máquina utilizada se denomina microcentrifuga.

Podemos encontrar diferentes tipos de centrífugas de uso para laboratorios, tales como:

  • Centrífuga de mesa. Son máquinas que alcanzan las cinco mil revoluciones por minuto (RPM) para poder producir una sedimentación rápida.
  • Microcentrifugadoras. Con una velocidad de entre doce y quince mil revoluciones por minuto permiten alcanzar la sedimentación en menos tiempo.
  • Ultracentrífuga. Son máquinas de alta capacidad y velocidad, que alcanzan las cien mil revoluciones por minuto; tienen la característica de estar refrigeradas y de ser capaces de obtener virus.
  • Centrífuga para microhematocrito. Una centrífuga compacta para obtener la proporción del volumen de eritrocitos en la sangre, por lo que se utiliza para obtener plasma para con este determinar de forma fotométricamente el contenido de bilirrubina presente en la sangre de recién nacidos. En menos de siete minutos, esta máquina permite que los eritrocitos alcancen su densidad máxima de compactación para poder disponer de plasma libre de células para realizar posteriormente otros análisis.

Estas son las máquinas centrífugas de más amplio uso en los laboratorios, tanto en los de salud pública, como en los de investigación, en los clínicos, entre otros.

Dependiendo del tipo de máquina centrifugadora será su funcionamiento y características, como el tipo de rotor con el que cuenta y el tipo de tubo porta muestras. En caso de que cuente con un control eléctrico, va a disponer de elementos adicionales, tales como el control del tiempo, de la temperatura, de la refrigeración, de la velocidad de rotación, entre otras características.

Los componentes de una centrifuga son:

  • Tapa, o componente que aísla a la muestra mientras se encuentra en operación.
  • Cámara, es el espacio físico donde se dará lugar al centrifugado, es decir, donde gira el rotor.
  • Interruptor de encendido y apagado para controlar el suministro de energía o detenerla por completo.
  • Marcador para controlar el tiempo de centrifugado.
  • Tacómetro para mostrar la velocidad de centrifugado, es decir a la que gira el rotor.
  • Freno para detener a la máquina.
  • Control de velocidad, el cual permite regular la velocidad a la que funcionará el centrifugado.
  • Rotor. Existen rotores de diferentes tipos, siendo los más comunes los de ángulo fijo, los de cubo pivotante, los de tubo vertical y los de tubo casi vertical.
  • Sistema de refrigeración, el cual utilizan las centrífugas refrigeradas como las ultracentrífugas.
  • Sistema de vacío para las máquinas ultracentrífugas.

Durante el proceso de trabajo con las centrifugas para laboratorio se recomienda en primer lugar que únicamente se encuentre personal altamente capacitado en el área donde se van a realizar las labores, con el fin de preservar la integridad de la muestra, con este mismo fin es indispensable mantener cerrada la tapa mientras la centrifuga trabaja; del mismo modo es indispensable que la superficie donde va a trabajar la máquina se encuentre adecuadamente nivelada.

Como parte de los cuidados y mantenimiento de las centrifugas, se recomienda mantener un programa de inspecciones, con el fin de detectar y reemplazar los recipientes metálicos que se encuentren en mal estado, evitando a toda cosa utilizarlos; también se debe reemplazar los tapones amortiguadores de los porta muestras y mantener la máquina perfectamente limpia, libre de restos de muestras, de vidrio, de polvo o de cualquier otro material.

Antes de comenzar a trabajar, además de cargar la centrifuga y cerrarla, hay que asegurarse de que se encuentre bien cerrada y posteriormente regular la velocidad de encendido, así como el tiempo en el que va a trabajar.

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